Ja, por algo me dedico a perder (mwahaha, tomen ésa) todo el día.
En fin, prosiguiendo con la entrada de hoy, es mi deber informarle a cualquiera que pase por aquí [que debe ser como una hormiga por cada millón de habitantes del DF] que mi humor del día es lo que se llama una reverenda porquería. ¿Por qué? Yo conozco a la razón prioritaria como desbarajuste biológico, pero hay varias cosillas que a lo largo de unas tres horas sirvieron de carbón para alimentar la flama de mi ira ligeramente contenida (con hot-dogs toda la semana próxima, háganme el favor):
Empecemos por una idea que traigo en mente desde hace como un año (si no es que más): política [ugh]. Yo sé, yo sé que hablar de política es mala idea; pero veo este tema como un mal necesario para desahogarme, hacerle justicia a la Erika de hace muchos años y poder demostrarme que siempre hay algo más incoherente en este planeta que nuestro apreciado amiguis, y que esto es mucho más importante para mi futuro que a quien acabo de mencionar. Habiendo dicho esto, proseguiré.
Pues bueno, hace mucho, mucho tiempo, había una pequeña niña que hizo cálculos y descubrió algo maravilloso: en seis años podría votar en las elecciones para poder participar en la democracia de su nación. Claro que qué mejor honor hay que poder contribuir a la construcción de un Estado de Derecho y una cultura de la legalidad, ¡ninguno, por supuesto!
Tres años transcurrieron desde ese punto de partida y además de que la pequeña niña ya era una jovencilla a medias, sus esperanzas para poder participar en la construcción de una nación eran nulas, y de hecho el concepto en sí había cambiado: ella ya pensaba en mudarse a otro país, que total, otro más, otro menos viene valiendo en la estadística; que la democracia en un lugar como tal a duras penas existía... ¡Para qué hablar de democracia nacional, cuando la democracia no llegaba siquiera a vivir en una escuela que en teoría promovía la misma! Aires de represión, falta de libertad de expresión, agresión por pensar disntinto y la enorme impunidad de algunos eran el pan de cada día PARA UN ESTUDIANTE PRIVILEGIADO. La pequeña jovencilla había tirado la toalla en la idea de construir un mejor futuro, o por lo menos un mejor futuro en la tierra de nadie; en la región de la nube gris que algún día había sido la más transparente.
Bueno, ya, ahí acabó el cuentecillo, ya escribiré en un futuro qué ocurrió con la anulación del voto que hizo la jovencilla cuando se volvió la señorona mayor de edad, que es como la secuela de esto (ja, algún día haré algo más corto que "-¿Olvida usted algo?- Ojalá").
Siguiéndole, la gota que derramó el vaso con esto de la maldita política del país fue este video:
¿Se dan cuenta de que esto es lo que ocurre diariamente? Nuestro sistema político no merece otro nombre que el de "Comedias contemporáneas, Vol. V" o algo así, porque de verdad que estos últimos cien años no han sido otra cosa que la misma porquería con el pueblo en peor estado.
Es la primera razón del enojo de hoy, pero ya me cansé de escribir y debo acabar con Química.
Miren: ¡yo!

- ¿Lolita?
- Escritora frustrada, espía no profesional, posiblemente acosadora de nacimiento y completa adicta a aparatejos electrónicos.
14.6.09
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1 comentario:
Ya lo dije, escribes muy bien, sin embargo en materia de política hay que remitirse a las raíces de la misma, en La República de Platón y en El Príncipe de Maquiavelo. Antes de la democracia debe existir un pueblo educado que vote, no un mazacote de analfabetas huérfanos de historia, casi apátridas.
Tienes razón, el que se enoja pierde, aunque es la salida más fácil, educar es el futuro de México, no la educación escolar, o no toda e inclusive a pesar de ella, educarte es conducirte no que te conduzcan tú decides, tu guías el carro, TU ERES EL EJEMPLO.
Cuando la gente se convierta en personas tal vez exista la democracia.
"Cada pueblo tiene el gobierno que se merece"
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