Miren: ¡yo!

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Escritora frustrada, espía no profesional, posiblemente acosadora de nacimiento y completa adicta a aparatejos electrónicos.

7.11.09

Crisis vocacional

¿Para qué soy buena? Ja, a veces me gustaría pensar que la pregunta ofende, pero el día de hoy, es muy necesaria. Despertarme, escuchar música y que de repente me surgiera esta pregunta me asustó un poco; sin embargo, asusta más pensar que he tenido esa duda desde la primera semana en preparatoria.
¿Para qué soy buena? Para escribir rápido en la computadora, definitivamente. De hecho, es un "talento" que me gusta demasiado, sobre todo porque ya puedo hacerlo sin ver las teclas y a una velocidad lo que se dice decente, sin demasiados errores ni mucha necesidad de recurrir al BackSpace. ¡Soy buena para aspirante a mecanógrafa! Claro, si no encuentro alguna profesión decente, me iré a EE. UU., obtendré la ciudadanía y me volveré la tipa que apunta TODO (cuyo nombre, ustedes disculparán, no recuerdo) en los juicios. Así me sentiré importante al contribuir en el sistema judicial de mi nueva patria.
¿Para qué soy buena? Para llorar con ganas. También soy buena para no comer porque la gente se va (¿verdad, Efímero?) o... Para simplemente estar triste y que el sentimiento me carcoma, como ahorita. Está bien, no estoy triste, pero estoy muy confundida y eso es muy poco agradable. Lamento, lectores, tener que poner esto como actualización, pero si no lo hago, mi alma explotará.
¿Para qué soy buena? Me gusta admitir esto: si me aplicara DE VERDAD en cada cosa que hago, sé que haría un buen papel en todo. El problema es que no soy buena para organizarme, tampoco lo soy para motivarme al cien por ciento.

¡Oh, una luz! Tal vez eso es lo único que necesito: saber cómo ponerme un orden, tener un militar en mi cabecita gritando cosas en alemán todo el día y mandarlo al carajo los viernes y un rato los sábados. Decidido: de ahora en adelante, tendré a un comandante de la SS (¿cuál de las dos? No lo sé, tal vez wel de una SS puede darme de latigazos y el de la otra me haga sonreír como pendeja, pero creo que eso ya lo hago siempre) en mi pequeña cabeza, tratándome como vil judía todo el tiempo.

Empiezo a pensar que la exposición del Holocausto me daña el cerebro. Prometo volver algún día con algo más alegre que esto. Total, tengo muchas cosas que contar... O eso creo.

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