Miren: ¡yo!

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Escritora frustrada, espía no profesional, posiblemente acosadora de nacimiento y completa adicta a aparatejos electrónicos.

14.1.10

Más intentos de poesía

Se desliza silenciosa
por la silla y por la mesa.
Corre, llega a mi cabeza
(ordinaria no es la cosa).

Llega y rompe las ventanas,
cual diamante contra cristal.
Llega en un sigilo mortal;
llega, quita telarañas.

Es el cielo del infierno,
¡una auditiva salvación!
Se convierte entre la canción
y notas el hostil, tierno.

¡Oh, tú, música maldita,
que nos tienes condenados
a escuchar, encadenados,
esa belleza infinita!

¡Oh, tú, música bendita,
acaricia nuestras almas!
Sólo tú, que todo calmas,
ven y de mí el dolor quita.

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